El gusto depende netamente de los sentidos, es algo individual, algo que se experimenta para cada ser de una manera diferente, allí podemos involucrar nuestros deseos e instintos, nuestras preferencias, y el valor que le damos a ellas, es algo que surge sin la necesidad de tener un grado de instrucción.
Por su lado el conocimiento, es de cierta forma racional, y lógico, obedece a unos esquemas establecidos por los que un individuo puede apropiarse del conocimiento, este puede ser compartido y difundido y quedará plasmado por siempre, brindando al ser la posibilidad de evolucionar y aventurarse en otros campos, donde puede compartir este conocimiento de una manera clara
Aunque a modo personal el conocimiento y el gusto pueden llegar a cruzarse en un punto en que el aprendizaje, despierta nuevas formas de admirar lo bello, sin que necesariamente sea desde la parte estética. El conocimiento ayuda a madurar algunos conceptos y lo que en algún tiempo no nos agradaba, como estilos de música, comida, perfumes y demás al conocer un poco de ellos de repente nos empiezan a gustar, y se pueden experimentar placeres diferentes, pero esto no quiere decir que el conocimiento es necesario para tener gustos o preferencias por algo, simplemente sucede por las grades motivaciones que mueven a cada individuo.
Según las Palabras de Aumont en relación a la tesis de Kant: “es posible comunicar el placer de lo bello, porque existe un “sentido común” de lo bello; es precisamente en el ejercicio de mi juicio del gusto donde encuentro a los otros, puesto que al hacerlo transformo una experiencia que me es propia, personal, en enunciado de orden universal”. (p. 87)
BIBLIOGRAFÍA
Aumont, J. La estética, hoy. (1997). Madrid: Cátedra, 1998.
Bozal, V. El gusto, Madrid, 1999.
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