La niña de las Rosas
que lloraba y clavaba las espinas en su pecho
el viento cubría su cuerpo con los pétalos
sedosos de terciopelo,
y la brisa lavaba su llanto.
Aún las mariposas se negaban a verla partir
porque su hermosura adornaban su jardín.
Allí quedó, tras muchos días de fuerte dolor y agonía,
se secaron las lagrimas que salían
del alma... su apariencia
poco a poco palidecía
tornándose casi transparente
los rayos del sol por fin brillaban sobre sí como chispas divinas
que la acariciaban.
Todo el campo cantaba una alabanza
al ver como su esencia se elevaba a las alturas
solo dejo el cristal de su hermosura
plasmado en los pétalos de las rosas que fueron su lecho.
hoy vives y resplandeces sin la tristeza que te obligo a partir
y donas esa dulzura que embriaga
a todos los que estuvimos cerca de ti.
( psicografía Ana Escobar de un espíritu amigo abril 16 del 2013)